Las fotos que había hecho
esa tarde del 10 de febrero de 2009, en el paisaje majestuoso del Teide y sus
aledaños, tenían el encanto de haberlas hecho en un entorno transformado por la
nevada que había caído días atrás y aún permanecía incólume y abundante. La luz
era limpia y diáfana así que nos desplayamos disparando a discreción. Sin
embargo la puesta de sol no fue nada espectacular ya que las nubes cubrieron
pronto al astro rey y la luz se volvió espesa y monótona. Pero aún así ,de
vuelta a casa, decidimos parar cuando ya la luz casi había desaparecido
¡Era el ocaso ...! Siempre el ocaso , cuando los restos de la luz apenas
permiten vislumbrar unas pocas manchas en la penumbra del contra luz y
que dan un aspecto sereno y fantasmagórico. Probé fortuna haciendo estas dos
únicas fotos del momento sobreexponiendo la toma... Creo que nunca hay que
perder la esperanza .Siempre hay un plan B. Otra oportunidad. Un poco de suerte
a veces ... No siempre, pero a veces...
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