El día 28 de diciembre de
2013 había amanecido gris .Casi tanto como los inviernos de antes , de cuando
había invierno. Eran inviernos lluviosos
,largos y fríos que hoy son una rareza y durante los que el barranco llegaba
a correr hasta cuatro veces ,que yo recuerde. Y aunque hoy
cultivamos el turismo y esos inviernos
nos perjudicarían , los que ya peinamos canas los añoramos como a un amigo ya
ido.
El cielo se había encapotado aún más a lo largo
del día pero en la sobremesa del almuerzo, después de un
raquítico chubasco, cuando el sol iba cuesta abajo, un tenue resplandor se abrió paso entre las estériles nubes de
aquel amago de invierno y sembró una tenue luz que rompió la monotonía del plomizo
gris del día. Fue suficiente para crear una atmósfera casi surrealista ,intensa
y serena, acrecentada por una espesa
niebla que cubrió el mar durante un largo rato y que confirió a un pequeño
velero el fantasmagórico aspecto de la goleta del Holandés Errante...
Una inusual imagen donde el sol es por norma el monarca absoluto. Incluso en invierno…
Una inusual imagen donde el sol es por norma el monarca absoluto. Incluso en invierno…
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