Majestuosa, mayestática, mística, venerada, legendaria, misteriosa, sagrada, mágica, esotérica, cabalística, seductora, encantada, mitológica, quimérica, arcano, enigmática, o...¡simplemente,bonita! ¿Cuántos adjetivos más, harían falta para definir las sensaciones que produce contemplar esta pequeña planicie que se eleva tímidamente sobre el duro y yermo territorio circundante entre los pagos aledaños a Chipude, en Pavón y el profundo y silencioso barranco de Erque y Erquito?
Da igual contemplarla un claro día soleado recortada sobre un cielo infinito lujuriosamente azul, o envuelta en el suave velo que le ofrecen las dulces brumas del Garajonay; cubierta por el halo dorado del ocaso, o bañada por la luz indefinible de la luna.
Da igual escudriñarla en la "no-luz" de los extremos del día ,o presentirla en la impenetrable y profunda oscuridad de la noche... da igual... La Montaña de Argodey, La Fortaleza de Chipude, montaña sagrada donde los antiguos aborígenes gomeros ofrendaban a sus deidades, teje su urdimbre de apacible y onírico encantamiento que subyuga y enamora como un beso apasionado, hipnotiza y seduce como los bellos ojos de una deidad del Olimpo o atrapa y aprisiona como las invisibles telarañas de la que fuera la bella Aracne...
Atardecer y La Fortaleza cerca de Igualero el 7 de Febrero de 2010
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