La brillante luz de las mañanas "agostinas" en Valle Gran Rey crea una atmósfera sugerente al ser difuminada por esa especie de calima vaporosa que oculta la dureza del risco de Teguerguenche y da a las imágenes una textura algodonosa y etérea más propia de cuentos de hadas o de comedias hollywoodiense , años sesenta , en las que la luz tamizada y servida a raudales creaba un ambiente optimista y edulcorado donde la vida era siempre color de rosa. Nada que envidiar tiene la luz matinal del verano en Valle Gran Rey a la cinematográfica made in USA . Suave y arrebatadora , genera un torrente de energía y optimismo que despierta sensaciones que permanecen dormidas a lo largo del año, especialmente a quienes no vivimos en Valle todo el tiempo... Es como una luminosa "enguanada" para el cuerpo y el espíritu que aviva el optimismo y el buen rollo...
Debajo del dorado racimo de támbaras , difumiado en segundo plano , el añorado "Bar de María", abiertas sus puertas , parece exhalar en medio de tanta luz , un aroma de leyenda y café torrefactado , como los viejos mesones de tiempos pretéritos y una grata sensación de hospitalidad y acogimiento... Nada parecía presagiar que algunos años después , ese querido marmotreto , donde duerme gran parte de nuestra vida farandulera y de la "dolce fare niente", se conviertiera en un sepulcro de silencio y añoranza , al que ni siquiera la luz de las mañanas de verano , consigue despertar...
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