Valle Gran Rey, en
la Gomera, mira hacia el oeste, por eso los atardeceres son extraordinariamente
luminosos. Incluso en invierno. El 29 de diciembre de 2011 el cielo estaba
despejado y el tibio sol precrepuscular, remoloneaba en las faldas de los riscos que dan al
Poniente antes de "irse a la cuna del mar a roncar" ,como canta
J. Sabina. Sol que luciendo su más rutilante luz, parece vestir de
oro los riscos que emergen del profundo Azul en el que se
mecen las pequeñas embarcaciones al socaire del risco de Vueltas y del muelle
pesquero que está a "estribor" de la fotografía, fuera de la imagen...
Pese a estar en el
oeste, el "terruño" donde se asienta V.G.Rey, no recibe por igual la luz de los
atardeceres, ya que el Risco de "La Merca"- el del oeste si accedemos por la carretera -
en cuyas laderas se asientan grupos urbanos barranco abajo, impiden
que la luz de los atardeceres se reparta por igual en todo el valle.
Así, mientras las laderas del oeste que miran al levante se cubren de sombras, las del risco de Teguerguenche -las del este que dan al poniente - son
un festival de luz, que suaviza las
profundas sombras del ocaso con un resplandor áureo y taumatúrgico que
confiere a la tarde una calma taciturna casi mística y un profundo aroma
de serena y onírica nostalgia.
El amanecer es lo
contrario. Así a lo largo del día , salvo las horas del cenit solar, VG Rey es
una especie de representación luminosa y
mutante del Ying y el Yang que confiere
a la toma fotográfica una especial dificultad que merece la pena afrontar.
Tal vez el HDR consiga armonizar, que no igualar, la magia y la belleza de un atardecer-o amanecer- en V.G.Rey.
Algún día lo intentare...
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