Me encantaba la Curva del
Queso. Me gustaba su extrema y sencilla sobriedad, su simpleza y su nada
sofisticada “arquitectura” . Me encantaba el pragmatismo vernáculo de su
funcionalidad , nada de alardes mobiliarios ni
superfluos “parterres”, travestidos en inútiles atrabancos , ni
sofisticadas luminarias que siempre
acaban en total abandono sin haberse amortizado. Era un “monumento” impuesto a
la simplicidad, al pragmatismo puramente minimalista, sin más objeto que ser lo
que era ,un aparcadero , que no un
aparcamiento , un mirador que no un observatorio… Me
encantaba llegar a La Curva y atrabancar el coche - sin molestar a nadie - y
contemplar el Valle de punta a punta en
un giro de casi 360º, al amanecer o en noches oscuras o de plenilunio ; disfrutaba jugando con la luz de los atardeceres o viéndola marchar
por el Risco del Agua en Guadá , dejando jirones dorados por el palmeral y los caseríos. Soñaba perdiendo la mirada en
el horizonte de un mar, generalmente
sereno, y a veces levantisco y bravucón o contemplando el perfil y la
majestuosidad de los riscos al pie de
los que se solaza V. G. Rey. Me gustaba , incluso , ver toda clase de vehículos
girando en La Curva cuando subían o bajaban… Creo que me hubiera gustado la
Curva del Queso el resto de mi vida – espero que largo - tal como era , sin extraños monumentos que desvirtúan su esencia
y prostituyen su bella sencillez y su armonía con el entorno . Espero que el sentido común retorne y que
podamos seguir viendo desde La Curva al sol marcharse en el ocaso o ver a la
luna elevarse majestuosa sobre los riscos ,
sin que lo impida ningún extraño catafalco erigido en honor a la
insensibilidad ,la sinrazón y la
prepotencia más absolutas… ¿ O acaso existen en su fin , espúreos y ocultos intereses
que sólo la sinrazón comprende…?…
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